En los últimos años estamos viendo aflorar un sinfín de etiquetas en el colectivo LGTB+ que parecía que no existían antes en la lengua española: genderqueer, no-binarix, omnisexual, demisexual… Muchas de estas etiquetas sirven para definir una identidad que en su momento parecía no tener nombre y que, gracias a eso, ha empezado a ganar visibilidad y a unir a muchas personas que se creían solas en su forma de sentir. A pesar de todo lo positivo del surgimiento y la reivindicación de nuevas etiquetas, parece inevitable que se creen algunas que se solapen en cierta manera con otras ya existentes y que aparezca el enfrentamiento entre personas que defienden que es mejor usar una y personas que prefieren usar otra. Este parece ser el caso del enfrentamiento entre algunas personas que dicen que la etiqueta bisexual es la única válida y otras que dicen lo propio de la etiqueta pansexual. Pero, ¿realmente tiene sentido este enfrentamiento? ¿Existen tantas diferencias entre una identidad y la otra? ¿Cuál es la definición real de cada una de ellas? ¿Es cierto que una es mejor que otra?
La etiqueta que tradicionalmente se ha usado para definir a las personas que sienten atracción por personas de varios géneros ha sido la de “bisexual” y por este motivo muchxs defienden que únicamente esa etiqueta es la correcta. Esta mismas personas son las que defienden que la etiqueta “pansexual” es algo moderno que se ha creado con el único motivo de desvincularse de los estereotipos negativos que se han asociado a la bisexualidad y que realmente no tiene razón de existir. Sin embargo, la palabra “pansexualidad” se ha registrado en textos de principios del siglo XX del famoso psicoanalista Sigmund Freud. Además, muchxs activistas pansexuales se implican igual que activistas bisexuales en la lucha contra la bifobia y la LGBTfobia en general, y no asumen que por definirse como pansexuales lo tienen más fácil, sino que entienden que todxs debemos trabajar juntxs para conseguir la igualdad real. Por tanto, se puede entender que la pansexualidad no es nada novedoso, moderno ni “cool” que ha venido para sustituir a la bisexualidad, es una orientación sexual completamente real y válida que puede convivir perfectamente junto a la bisexualidad.
Por otra parte, las personas que desprecian la bisexualidad y consideran que solo la pansexualidad es válida creen que la bisexualidad es algo desfasado porque solo contempla dos géneros (hombre y mujer) e invisibiliza a las personas no-binarias, a las que no se consideran de ningún género y a las personas trans. Estas personas asumen esos estereotipos sobre lxs bisexuales porque creen que la definición de esta orientación es binaria (persona que se siente atraída por dos géneros, es decir, únicamente hombres y mujeres cis). Sin embargo, lxs activistas bisexuales llevan mucho tiempo luchando por eliminar el binarismo de género y reconocen la existencia de personas fuera de él. También reconocen que diferenciar a las personas trans de los hombres y las mujeres es directamente tránsfobo, porque los hombres trans ya son hombres y las mujeres trans ya son mujeres desde el momento en que nacen, no necesitan una orientación sexual diferente que los contemple. Además, la mayoría de las asociaciones LGBT+ y de las asociaciones bisexuales se adhieren a la definición inclusiva de la activista bisexual estadounidense Robyn Ochs: las personas bisexuales son aquellas que tienen el potencial para sentirse atraídas romántica y/o sexualmente por personas de más de un género, no necesariamente al mismo tiempo, no necesariamente de la misma manera y no necesariamente con la misma intensidad.
Visto todo esto, ¿es necesario que existan las dos etiquetas? Cierto es que en muchos aspectos las definiciones de una y otra parecen solaparse, y que, para muchxs, ambas etiquetas significan lo mismo. Sin embargo, toda etiqueta que se acerque más a como nos sentimos de verdad y que mejor se adapte a nuestra forma de ver el mundo es correcta y, por tanto, nadie puede decir que una de las dos es incorrecta o que no te puedes identificar con una de ellas. Incluso es posible identificarse con las dos. Ambas etiquetas sirven a millones de personas en todo el mundo para identificarse, reconocer dificultades, encontrar soluciones, crear comunidades y, en definitiva, sentirse orgullosxs de ser quienes son. Tendamos puentes entre bisexuales y pansexuales, porque al final el nombre no debería ser lo más importante o el centro de atención. Lo esencial es que todxs tengamos la libertad de ser quienes somos y de amar a quien queramos.