Querida chica con ojos de gato,
Ahora mismo estás sentada en la tercera fila de la clase, mirando por la ventana y esperando que sea la hora de irte a casa. Las matemáticas nunca han sido tu fuerte, así que has decidido pasar de todas esas ecuaciones sin sentido que están escritas en la pizarra.
Siempre te has preguntado para qué sirven todas esas fórmulas, si en el día a día no las vas a utilizar. Qué sí, que el teorema de Pitágoras no te va a salvar la vida en caso de asfixia, pero esta vez es importante que prestes atención.
Y es importante que prestes atención, porque esto te interesa, aún no lo sabes, pero dentro de unos años esto tan aburrido que no logras entender, te ayudará a que la asfixia (ahora convertida en ansiedad), sea cada vez más pequeña y tu más grande.
Allá por el siglo 19, un señor alemán llamado Carl Friedrich Gauss creó una ecuación (Campana de Gauss) con la que pretendía mostrar una representación gráfica de la distribución normal de un grupo de datos. Estos valores se reparten en bajos, medios y altos, creando una gráfica con forma acampanada y simétrica respecto a un determinado parámetro. En la parte más alta se representa a la media, y los dos puntos de inflexión a ambos lados son el resto de números que están por encima o por debajo de esta.
A esto se suman otros dos conceptos importantes, la desviación típica (cuanto se desvía la puntuación de la media) y los datos outlier o valores atípicos (es decir, valores numéricos bastante distantes del resto de datos).
Como sé que esto te va a sonar a B2 de chino mandarín, te lo voy a explicar con un ejemplo. Imagínate a un grupo de personas, y ahora sitúalas en la gráfica en base a su nivel de ser o no ser como el resto de personas (o lo que tu consideras “ser normal”).
En el centro estarían las personas que tienen una vida bastante común, es decir, tus compañeros de clase, tus amigos, el vecino de arriba, tus abuelos, la cajera del supermercado, etc. Ahora imagínate a una estrella del pop, un escritor famoso, una actriz, etc., estos estarían en la parte derecha de la gráfica, porque están por encima de todos. Y por último, a la parte izquierda, los valores más desviados, los niños raritos con los que se meten todos los del instituto.
Fácil, ¿verdad? Ahora solo nos falta poner el valor atípico, es decir, el que es distinto del resto. Y posiblemente estarás pensando qué persona encaja mejor en esta posición y supongo que te sorprenderás cuando te diga que durante muchos años vas a creer que esa es la posición que te pertenece.
Vale, igual no es mucha sorpresa, porque sabes que algo no va del todo bien cuando te has inventado que te gusta un chico del 3-A para salir del paso, y supongo que tú también empiezas a creer que lo que sientes por tu amiga no es solo una simple amistad, y que cada vez que tus amigas cuchichean y dicen “a esa chica le gustan las chicas, espero que no esté enamorada de mí, porque menudo asco”, una parte de ti llora desconsoladamente.
Y sé cuál es tu estrategia, sé que te has propuesto estar en ese grupo de gente que pertenece a lo común, lo normal, lo típico, lo que has conocido hasta ahora; pero, cuanto más lo intentes, más atípica te vas a sentir.
Y es que como he dicho antes, las matemáticas no son lo tuyo, y en esta función hay un pequeño error de concepto. Dentro de unos años, entenderás que el mayor fracaso que pudiste cometer fue definir la normalidad en base a todas las personas que conocías y te habían contado que lo lógico era ser heterosexual.
Y justo en ese momento, volverás a definir el concepto de normalidad y de personas exitosa, y la campana de Gauss dejará de tener valores atípicos, ni valores por encima o por debajo de la media, porque al final, cada uno encuentra su éxito en base a lo que se propone y no a lo que determina el resto.
Las dos personas que más quieres en tu vida (tu padre y tu madre), van a tardar un poco en entender que no estás confundida, que los que se están confundiendo son ellos, que esto no es una etapa y que no es cuestión de cambiar de grupo de amigos. Pero no te preocupes, porque vas a contar con un montón de personas que te quieren (tus hermanas, tus amigos, tu novia, tus compañeras del trabajo, etc.) que te van a acompañar y apoyar en esta decisión que has tomado, la de ser tú misma y dejar de intentar encajar en un molde que no era para ti.
Al final, y aunque no lo creas, irás caminando de la mano de tu novia por la calle y no te importará que la gente te mire o cuchicheen como lo hacían con esa chica del instituto, porque habrás entendido, que no necesitas que el resto del mundo te diga quien tienes que ser para formar parte de una ecuación, porque esta nueva fórmula que has creado está llena de gente como tú, gente a la que le gustan ambos géneros, gente que tiene una relación de 3, gente que quiere estar sola, gente con hijos, gente sin pretensión de tenerlos, gente a la que le hacían bullying por estar desviados de la media y gente que siempre ha estado en el punto alto de la campana.
Y es que, al final, todo mejora. Aunque ahora parece una montaña enorme, terminarás coronándola con la bandera más colorida que existe, y muy orgullosa de poder mirar atrás y sentirte respaldada por todo un colectivo que tiene mucho que decir a todxs quienes te quieran callar.
Con mucho amor,
Yo