“Soy como tú” es la premisa principal de esta película entretenida que se titula Con amor, Simon (Love Simon de Greg Berlanti – EEUU, 2018, basada en la novela Simon vs. the Homo Sapiens Agenda de Becky Albertalli). Trata sobre un adolescente que va al típico instituto estadounidense en el que parece que los gais no existan a excepción de uno totalmente liberado y feliz. Uno que se refugia en sus amigas y que cuando sale del armario para ellas estas no se inmutan.
Simon, por el contrario, no tiene el valor suficiente para contar su secreto a nadie incluso sabiendo que la gente cercana lo querría igual. Su padre le dice constantemente cosas referentes a mujeres sin plantearse que pueda ser homosexual. Simon es un adolescente guapo que pasa desapercibido con su grupo de amigos. En este está su mejor amiga desde la infancia quien no solo ni se plantea que sea homosexual, sino que está enamorada de él.
Ha habido tantos chicos machistas y tan poco detallistas siempre, que a una chica joven le puede costar ver que su amigo es gay solo por ser tratada bien, con respeto y no como un objeto sexual en potencia o en acto. Cuando se lo cuenta, ella olvida ese deseo y lo transforma en amor platónico; en su mejor amigo, como siempre.
Estas historias no existían en los años noventa que, aunque de otro siglo, son relativamente recientes. En esos tiempos, quienes sabíamos que éramos gais, quienes nos callamos porque éramos muy jóvenes o porque no nos atrevíamos a salirnos de aquel camino que querían otros, lo llevábamos en secreto. Ese camino que todos daban por hecho solo por no ser amanerados o por disimularlo a la fuerza. Quizás que la gente de todas las edades se riera de cualquiera que pareciese homosexual fue el factor primordial para todos aquellos que logramos pasar desapercibidos.
Por aquel entonces los adolescentes no tenían los referentes que hay hoy en día ni disfrutaban de la libertad con la que uno puede vivir hoy su homosexualidad en España. En teoría, porque siempre queda trabajo por hacer; pero el trabajo principal empieza en uno mismo, en esa fuerza interna que sabe que es mejor luchar por lo que quieres que fingir una felicidad ficticia, que vivir una película dirigida por la mayoría.
No hay nada malo en ser diferente, con los años entiendes que lo diferente, lo auténtico, es arte; es creatividad, es fortaleza. Si eres adolescente y te sientes diferente no pienses que eres un bicho raro. Cree en ti y dedica tu tiempo a enriquecerte como persona. O mejor dicho, tengas la edad que tengas y sean cuales sean tus circunstancias debes salir ahí fuera y luchar por tu felicidad; aprovechar ese camino que han abierto otras personas y que nunca dejaremos que se cierre. Como le oí decir a un amigo una vez “no debería importarte la orientación sexual de una persona a no ser que quieras acostarte con esa persona”. Porque también somos seres sociales que necesitamos relacionarnos y sentirnos parte de un grupo. No estás solo, soy como tú. Somos como tú.