En las últimas semanas hemos visto como un simpático y colorido amigo se ha colado en nuestras redes sociales: se trata de Gaysper, nuestro fantasma LGTBIQ+ favorito. Este icono (elaborado por una diseñadora llamada Baiiley que también ha creado este mismo diseño con otras banderas del colectivo) fue usado por un partido político ultraconservador en España para representar en un meme en Twitter su rechazo al colectivo LGTBIQ+. Sin embargo, lejos de ofender con esta imagen a las personas LGTBIQ+, el colectivo se apropió de este icono de la mano de la página cómica Bravo por vos y lo está usando como símbolo de lucha y de resistencia ante la intolerancia y los prejuicios. Para muchxs, la apropiación puede ser todo un acto de orgullo y resistencia ante aquellxs que se oponen a la diversidad afectiva y sexual. Para otrxs, en cambio, puede ser algo extraño y sin mucho sentido: ¿cómo vamos a aceptar un símbolo o palabra que se ha usado para despreciarnos e insultarnos?
La verdad es que la historia del colectivo LGTBIQ+ está plagada de casos de apropiación de símbolos e insultos que en su momento se crearon con el objetivo de marcarnos, diferenciarnos del resto de personas y humillarnos. Sin ir más lejos, la palabra inglesa queer, que hoy en día se usa en muchos países de lengua inglesa e incluso se está expandiendo a países no anglosajones, era un insulto usado contra homosexuales y personas trans que significaba “raro” o “torcido”. Actualmente, es una palabra muy expandida dentro del activismo LGTBIQ+ y sirve como término paraguas para denominar a todas aquellas personas que no encajan dentro de la cisheterosexualidad normativa, pero que tampoco quieren conformarse con las etiquetas ya existentes en nuestra comunidad (lesbiana, bisexual, trans, etc.) por considerarlas demasiado cerradas.
Otros símbolos apropiados por el colectivo y muy conocidos son los triángulos rosa y negro. El triángulo rosa invertido que se usa hoy en día en muchas asociaciones LGTBIQ+ y que han adoptado muchos activistas gays fue usado en la Alemania nazi para marcar a los hombres homosexuales. Se les cosía un triángulo rosa de tela en el uniforme y así sufrían doble discriminación en los campos de concentración, una por ser judíos y otra por ser homosexuales, o como se les llamaba en aquella época, “invertidos”. El triángulo negro que aparece en la bandera lesbiana también fue usado durante la época nazi para marcar a las mujeres consideradas “asociales”, entre las que se encontraban prostitutas y lesbianas. Sin embargo, las lesbianas, lejos de verlo como un símbolo represivo, han adoptado este triángulo como icono de su lucha y su orgullo por amar y desear a otras mujeres, junto con el color morado que simboliza a las mujeres y el labrys, un hacha de doble filo que representa a las sociedades matriarcales antiguas que existieron en Europa, África y Asia.
En España y en América Latina también tenemos casos de apropiación de insultos por parte del colectivo. Las palabras “marica”, “bollera” y “tortillera”, que siempre se han usado de forma despectiva para designar a gays y lesbianas, están siendo reivindicados por el colectivo, y muchos gays y lesbianas los están usando como forma de autodesignarse. Para algunas personas que eligen usarlos suele ser la forma de diferenciarse de los gays y lesbianas que intentan asimilarse a la cultura heterosexual, con la simple diferencia de que tienen relaciones con personas de su mismo sexo. Es decir, usando estos términos que una vez fueron despectivos pretenden mostrar que su orientación sexual no es simplemente “ser como un/a hetero pero al revés”, sino que pretenden reivindicar que es válido tener diferencias con respecto a la mayoría de las personas heterosexuales y tener otros objetivos y otros estilos de vida que se salgan de lo establecido por la cultura heterosexual dominante (encontrar una pareja para toda la vida, comprar una casa juntxs, casarse, tener hijxs, etc.).
El fenómeno Gaysper es solo una muestra más de esa capacidad de nuestra comunidad LGTBIQ+ de dar la vuelta a los insultos y las descalificaciones, y usarlos en nuestro favor para unirnos con un mismo objetivo, hacernos más fuertes y reivindicar nuestro derecho a ser como somos. Quienes elegimos apropiarnos de símbolos que una vez se emplearon para hacernos daño lo hacemos porque creemos en el resurgir de los malos momentos, la superación de las adversidades con las que nos encontramos, y el uso del humor y la sátira para despertar conciencias, demostrar que no nos van a hacer retroceder ni un paso en igualdad y consecución de derechos, y que somos más fuertes que todxs quienes se oponen a la diversidad. Tanto si eliges apropiarte de alguno de esos símbolos como si no, recuerda que tienes a toda una comunidad detrás respaldándote y que la historia nos enseña que todo mejora.